El pasado viernes Eduardo Sacheri visitó la UNAHUR para participar del ciclo de cine-debate en el que se emitió “Papeles en el viento”, película basada en su novela homónima. El encuentro se dio en la ex biblioteca de la sede Vergara y contó con una multitudinaria y heterogénea convocatoria: jóvenes seguidores de sus columnas en Radio Metro, hinchas fanáticos del Independiente, abuelos con sus nietos de no más de 10 años y hasta una decena de estudiantes del taller de cine que dicta la Municipalidad de Hurlingham en el centro cultural Benito Quinquela Martín.
En el ida y vuelta de preguntas y respuestas que se dio al finalizar el film, Sacheri comentó que “a nivel profesional el cine es una muy linda expansión de mis libros, en el sentido de que es una traducción a otro idioma y una posibilidad de que mucha más gente se ponga en contacto con historias que he creado y, como espectador, me parece que todos los contactos con el arte que uno tiene en la vida son provechosos y mejoran nuestra vida. El cine hace eso con mi vida”.
Además, Sacheri señaló que se sentía “identificado” con cada uno de los personajes de la película ya que “escribir ficción es una manera genial de hacer terapia, de hablar de cosas tuyas sin que nadie se dé cuenta exactamente de qué estás hablando. Todos nosotros estamos llenos de fantasmas y de cosas. Cada uno lidia con eso como puede y cuando vos escribís, sacás eso. Eso sí, nunca voy a escribir cosas donde los lectores puedan identificar profundamente esas cosas pero seguro que todos estos personajes tienen cosas mías. Algunos, por ejemplo Fernando, da clases en una escuela en la que yo dí clases muchos años en Pontevedra. Él es profesor de Lengua, yo de Historia…estamos cerca”. Y agregó que en algunos casos “los personajes no tienen lo que vos sos, sino lo que vos deseás o lo que vos temés de vos mismo. Entonces, en ese sentido, ojalá nunca sea tan egoísta como Mauricio, ojalá tuviera la frescura de reacción del ruso o cierta ingenuidad del mono”.
Otra de las preguntas tuvo que ver con conocer quién fue el jugador que inspiró a Sacheri para el personaje de Pitilanga. “Mí Pitilanga no es como el de la película” aclaró. “Físicamente es un Bazán Vera. Los que sean futboleros y tengan ascenso a sus espaldas me van a entender…es un tipo grandote, aparentemente desgarbado, pero no con la efectividad de Bazán Vera sino con la efectividad de Sacheri” bromeó. “En realidad es cualquier delantero ropero, grandote, torpe, pero insisto, falto de efectividad. Creo que a cualquiera de nosotros nos ha pasado, del equipo del que seamos, de decir “¿¡cómo este tipo llegó a primera!?” Y te lo preguntás con dolor cuando se acaba de perder un gol…o “este tipo gana fortunas” …esos razonamientos tipo filosóficos que uno hace. Bueno, cualquiera de esos…”.
Profesor Sacheri
Consultado sobre su otra profesión, la docencia, el autor señaló que “quienes somos docentes y quienes estudiamos para ser docentes, sabemos que tenemos algo valioso para compartir con otros y me parece que eso es una riqueza muy linda. Me parece que una clave cuando uno educa es aprender algo, sacrificarse para aprenderlo, y después sacrificarse para compartirlo, para que nuestros alumnos se acerquen también a ese esfuerzo que nosotros consideramos valioso.
Sacheri recomienda
Sobre el final del encuentro, se le preguntó a Sacheri por un autor clásico y uno actual para recomendar a nuestros alumnos de los distintos profesorados y dijo “un clásico para mí es Cortázar y los cuentos de Cortázar, sobre todo los de la primera época que tienen una cosa entre realista y fantástica que creo que está bueno para cualquier lector pero sobre todo para lectores adolescentes me parece que nunca te dejan de a pie y, además, el lenguaje de Cortázar no ha envejecido, como otros, me parece que los adolescentes todavía pueden acercarse bien a él”. Sobre autores “de este tiempo, de esta época: Pablo De Santis, Leonardo Oyola son dos autores que a mí me gustan mucho. De hecho, De Santis tiene muchas cosas escritas para jóvenes que están muy buenas. Leonardo Oyola no, pero el mundo de Leo, que es un mundo muy anclado en el conurbano, me parece que propone una cercanía social, geográfica y lingüística que para los alumnos nuestros puede ser algo útil”.